Como profesionales del mármoles y granitos en Madrid, sabemos que la moderna exportación de mármol, una de las áreas a la que nos dedicamos y en la que somos reconocidos especialistas, es eco de una bullente industria del pasado que fue, en el contexto del Mediterráneo, cuna de la civilización occidental, una de las primeras manifestaciones de una explotación y un comercio de mármol organizados. Hablo de la industria del mármol durante el Imperio romano.

 Somos deudores de la magnificencia del Imperio y la fecundidad creativa de sus arquitectos, que, a la conquista de territorios cartagineses, griegos y egipcios, emplearon los bellísimos materiales ofrecidos por esas tierras en la erección de excelsos edificios públicos y privados y propiciaron el asentamiento de una red industrial estable y sistemática.

Al uso de mármoles blancos, relativamente baratos, importados del mundo helenístico, sucedió, con la expansión de Roma hacia Oriente y los consecuentes fenómenos de influencia ideológica helenística y acceso a los yacimientos de Carrara en Grecia, Egipto... una intensa explotación de mármoles de lujo, de coloraciones amarillentas, rosadas o rojizas que fue pródigamente aprovechada por la aristocracia en la construcción de edificaciones privadas, bustos o mobiliario.

En tiempos de Augusto y Tiberio, las minas de mármol pasan a ser consideradas propiedad imperial, acorde al programa arquitectónico imperial comenzado por Augusto, que incluye el levantamiento de grandes edificios públicos monumentales como las termas o los arcos de triunfo.

La extracción era llevada a cabo por artesanos en las canteras a cielo abierto de Aliki, en Tasos, o en galerías subterráneas como las de Belevi, en Éfeso. Después, comerciantes transportaban por vía marítima el preciado material hasta la metrópoli.

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